PROTAGONISTA, EL TORO
EDICIÓN NÚM 2


La polémica existente entre los aficionados llamados “toristas” y los “toreristas” es permanente, pero este tipo de debates contribuyen afortunadamente a que la fiesta de los toros sea grande y única.

         Unos y otros saben de sobra que para disfrutar de la fiesta es necesario prestar una atención minuciosa al toro que sale por la puerta de chiqueros: su presencia, sus características, defectos y virtudes.

         Esta raza, que tan sólo existe en la Península Ibérica, en el sur de Francia y en algunos países de Iberoamérica donde fue exportado por los españoles, tiene sus orígenes en el Plioceno Inferior, pero el toro bravo actual es el resultado del trabajo de selección de los buenos ganaderos desde el siglo XVIII, mediante investigación científica rigurosa buscando conseguir las mejores virtudes en los diferentes encastes.

         La nomenclatura taurina es muy rica y variada, denominando al toro según sus características de estampa física (pelaje, alzada, encornadura, etc.) pero también es prolija a la hora de definir el comportamiento del toro en el ruedo.

         En líneas generales se puede concluir por la experiencia acumulada que suelen dar mejor juego en la plaza los toros de peso medio que los pesados, los bajos de agujas que los altos, los cuellilargos que los cuellicortos, los toros armónicos y flexibles.

         Es conocido también que las ganaderías se caracterizan por la similitud de sus toros, así cada ganadería tiene su trapío o presencia. El toro con trapío tiene buena planta, peso ajustado, está musculado, su pelo es brillante y limpio, su morrillo es grueso, su cornamenta está bien conformada y es simétrica, sus ojos son brillantes y su penca o cola es de inserción alta. A todo esto debe sumar energía y viveza en sus movimientos.

         La bravura es otra cosa, es la capacidad de acometer y embestir a cuanto se mueve en la plaza, es la capacidad de crecerse al castigo. El toro con casta brava nunca embiste a traición, lo hace con prontitud, fijeza y sin cabecear. Es un toro boyante que se arranca con viveza a los capotes en todos los terrenos, derrota en tablas, entra sin levantar las manos, no derrota y no corta la salida en el pase. Se arranca de largo al caballo, mete los riñones sin cabecear buscando el derribo. No berrea y embiste por derecho y siempre con la boca cerrada y la cola enarbolada.

         Bravura no es agresividad violenta o fiereza, eso es genio, el cual está reñido con faenas artísticas.

         Todos los toros son distintos, con infinitos matices y que son los que contribuyen a que este espectáculo sea rico e impredecible. No obstante, dentro de la extraordinaria variabilidad del toro, existe la peculiaridad que se produce durante la lidia y por la cual un toro puede cambiar para bien o para mal, lo cual está influenciado por el conocimiento, habilidad y eficacia del torero al ejecutar las suertes.

         Es necesario defender la verdad y pureza del toro según los encastes. Cuando un toro es encastado para bravo o para manso, el espectáculo está asegurado, la emoción se vive en cada momento y no hace falta ser entendido para percibirla. Si el toro no embiste, nada tiene sentido.

         En la actualidad la raza brava está amenazada por el capricho de las figuras que imponen un toro protagonista dócil y comercial.

 

JUAN TOMÁS GILABERT