LUIS MIGUEL GONZÁLEZ LUCAS "DOMINGUÍN" | |
MIGUEL FERNÁNDEZ LAPAZ
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Luís Miguel fue dueño de una vigorosa
generosidad que no se amilanaba ante nadie ni ante nada. Eso hizo que su
altivez derivara sin duda que su amor propio le perjudicara
considerablemente y le restara simpatías ante los públicos. Una tarde en Madrid después de una faena de gran relieve dando la vuelta al ruedo hizo ademanes de ser el número uno levantando el dedo índice varias veces. Al público no solo le molestó sino que terminó abroncándolo. Aquello derivó en polémicas entre sus partidarios y sus detractores, pues bien a él aquello le divertía. De su vida fuera de los ruedos podría escribir tanto que harían falta bastantes revistas. Era un hombre tan cautivador tanto con las mujeres como con los hombres que en grupos y en sus reuniones daba la sensación que estaba Luís Miguel y los demás. Fue un hombre de ideas muy claras y nunca las cambió por más que lo intentaron. Cuando se casó en Las Vegas con su esposa Lucía Bose se casó a las costumbres americanas, es decir, por el juzgado. Aquello aquí con la fuerza que tenía el régimen y la iglesia escandalizaba y a él no le importó porque sus ideas y sus convicciones están por encima de los demás. Una de sus anécdotas es que el no creía en la iglesia católica. Una tarde después de de una cacería, en las reuniones que se formaban había un cura que sabia como era y le preguntó: ¿Hombre Luís Miguel tu con lo apañado que eres como es que no crees en la iglesia? Y el le contestó: Porque nadie me ha convencido de lo buena que es. El cura empezó a sermonearlo y para que se callase le contestó: Como no voy a creer si mi tía se llama María, mi prima se llama Rosario y a mi perro le puse Santo. Luís Miguel parecía un hombre soberbio y nada mas lejos de la realidad. Esto quizás se debiera a la educación que había tenido. En casa de los “Dominguines” el padre no les permitía que estuvieran por debajo de nadie ni en la plaza ni en ningún sitio. Les decía que eso no era de hombres y que la raza había que demostrarla en todos los aspectos de la vida. Cuando se enteraba de que alguien conocido andaba con problemas, se lo ponía delante y le decía: Cuéntame lo que te pasa que si puedo arreglarlo aquí estoy yo. Y en la política decía que él era torero y de eso no se nada. Pasó bastante tiempo en América entre temporada y temporada. Y alcanzó tanta popularidad que en sus reuniones y fiestas siempre se encontraban los máximos mandatarios de los países donde se toreaba. Una vez estaba en Colombia y lo llamó su amiga Ava Gardner comentándole que una amiga suya también actriz la habían detenido por encontrarle drogas. Él se fue directamente al presidente y le pidió que la dejara en libertad y la dejaron con la condición de que no volviera nunca a Colombia. Esto nos da una idea de la influencia que tenía en los países americanos. La anécdota que cuento tiene gracia porque terminó bien. Estaba en París con Ava Gardner y salieron a darse un paseo y cuando volvieron al hotel se habían tomado unas copas de más y al rato le dijo: Vamos a darnos otra vuelta a ver lo que se ve por ahí. Luís Miguel le contestó: No porque ya hemos bebido bastante. Y después de una trifurca, ya que se trataba de dos caracteres dominantes, y ninguno cedía, Luís Miguel se echó la llave al bolsillo se sentó en el sofá y se quedó dormido. Mientras ella cogió las sabanas de la cama las ato al balcón y se deslizó con la buena suerte que se quedó enganchada y no se pudo caer. Luís Miguel sintió ruido y se despertó y cuando miró por la ventana la estaban rescatando los bomberos a las cinco de la madrugada, Pablo Ruiz Picasso tenía ganas de conocerlo y una de las veces que estaba en París Luís Miguel Dominguín, un amigo les presentó, se saludaron cordialmente y aquello fue una presentación sin más. Un periodista que tenía confianza con él le dijo: Ya has conocido a Picasso, Luís Miguel se quedó mirándole y le dijo: Picasso me ha conocido a mí. Aquello fue el principio de una relación fructuosa y profunda que duró hasta el fin de sus días. Picasso le diseñó un vestido de luces que lo estrenó en Tenerife. No lo quiso estrenar en Madrid porque Picasso y el régimen Franquista se llevaban como el agua y el aceite. Aquella relación de amistad se agrandó tanto que cuando Lucia Bose estaba embarazada decidió que si era niño se llamaría Pablo y como no fue niño que fue niña le pusieron Paola. Picasso fue su padrino. A Paola le diseño unas zapatillas que serán el orgullo de Paola. Luís Miguel fue un genio como torero y de no haber sido torero también lo hubiera sido en cualquier otra faceta de la vida porque los genios son genios hasta que mueren y después también. Murió de un infarto en San Roque. |