TOREROS Y COFRADES | |
ANTONIO DAVID GALLARDO MARTINEZ |
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Desde antiguo existe un fuerte vínculo que
une estrechamente a toreros con cofradías, este hecho es notorio y se ve
reflejado en el protagonismo que alcanzan las imágenes titulares de las
hermandades y cofradías en los devotos altares que ritualmente levantan
los matadores en sus habitaciones de hotel en los momentos previos a la
corrida, o en los bordados que decoran sus capotes de paseo e incluso en
diagramas e ilustraciones debajo de sus monteras. Esta devoción e implicación se da en toda España, pero es en Andalucía y más concretamente en Sevilla donde alcanza sus más altas cotas; siendo, quizás, Joselito “El Gallo” su máximo exponente. “El Gallo” fue muy devoto cofrade de la Virgen de la Esperanza Macarena y un activo miembro de su hermandad, donde ocupó incluso varios cargos en su Junta de Gobierno, concretamente, fue Fiscal de Paso, Consiliario y Teniente de Hermano Mayor (Vice-presidente). Además de esta implicación con la hermandad y con su Junta de Gobierno, tres grandes hechos dan aún mayor muestra de la dimensión especial de esta vinculación y devoción del torero a la Virgen de San Gil. El primero de estos hechos, es la donación por parte del “maestro de Gelves” de la más universal, imitada y popular joya de cuantas existen en cualquier ajuar de cualquier dolorosa en el mundo, se trata de las famosas “Mariquillas”. Las “Mariquillas” son cinco flores realizadas con esmeraldas, oro y diamantes, una obra maestra de la orfebrería y de la joyería que simbolizan los cinco dolores de María en la Pasión; generalmente, en todas las imágenes marianas estos “dolores” se representan con un puñal clavado en el pecho de la imagen o con un corazón traspasado por cinco puñales, pero Joselito no quería ver ningún puñal en el pecho de “su Virgen” de ahí esta donación, que sin duda es una de las joyas más características de la Macarena. Además el torero con la Junta de Gobierno tenía en proyecto otra donación, doce varales de oro de ley para sujetar el palio de la Esperanza Macarena, pero este proyecto, como cualquier otro en la vida del “maestro”, se vio truncado al morir inesperadamente en la plaza de toros de Talavera de la Reina, ante el toro de la viuda de Ortega, Bailador, en una fatídica tarde de dieciséis mayo de mil novecientos veinte. La muerte de Joselito conmocionó a España entera, su forma de interpretar el toreo y su histórica rivalidad con Belmonte hizo que el mito transcendiera de lo taurino, por lo que su muerte inundó todos los sectores del país, España estaba de luto. Este hecho se dio aun más intensamente en la ciudad de Sevilla, que es única en magnificar lo suyo, la ciudad se vistió de luto, banderas a media asta, crespones negros en todos los balcones, tanto fue el duelo popular que el funeral oficial del torero se ofició en la mismísima Catedral Metropolitana de Sevilla, privilegio este reservado hasta entones a la monarquía y alta jerarquía eclesiástica. Pero no fue el único funeral que su hizo por el eterno descanso del torero, estos se sucedieron en numerosos puntos de la geografía española, en Madrid, en Talavera de la Reina, en su pueblo Gelves, y como no en la Parroquia de San Gil, donde esta erigida canónicamente su hermandad de la Macarena. De uno de los varios funerales que le ofreció su hermandad surge el segundo de los hechos que hacen tan especial la vinculación del torero con la hermandad. Concretamente el día treinta y uno de mayo de mil novecientos veinte, la hermandad de la Macarena ofreció un funeral por el eterno descanso de su “hermano”, para la ocasión la Junta de Gobierno adoptó un acuerdo por unanimidad por el cual la Virgen vestiría de riguroso negro, como signo de luto y recogimiento, por la muerte del torero. El prioste de la hermandad Don Juan Manuel Rodríguez Ojeda, revolucionario de la Semana Santa de Sevilla, fue el encargado de vestir a la imagen y organizar un impresionante catafalco coronado por la vara (cetro) de diputado de Joselito. Este hecho es único en la historia de la centenaria hermandad de la Macarena, nunca la Virgen estuvo vestida de otro color que no fuese el verde, incluso en el mes de noviembre cuando todas las dolorosas visten de luto por los difuntos de sus cofradías la Macarena nunca lo hace, si bien, si es cierto que estuvo en dos ocasiones de medio luto en 1.925 para un besamanos y en 1.936 durante la Guerra Civil, pero de luto riguroso solo y exclusivamente a la muerte del torero, creando una imagen única y extraordinaria símbolo para los seguidores y compañeros del torero y que aún a día de hoy es la más reclamada en estampas y póster en la casa de hermandad y en la tienda del museo de la Macarena. El acetato o negativo de la fotografía con la imagen vestida de negro posee un valor incalculable, ya que tan solo dos fotografías fueron tomadas del histórico momento; su actual dueño, el empresario vinícola Don Enrique Peinado, propietario de las bodegas Frágata; la custodia en la caja fuerte de una entidad bancaria sevillana. Como puede apreciar el lector la vinculación del torero era total con la hermandad, y la devoción a la Virgen era muy conocida en Sevilla, esto se aprecia perfectamente en la copla que los magníficos poetas, compositores y músicos Quintero, León y Quiroga dedicaron a la memoria del Gallo. La genial composición titulada “Silencio por un Torero” incluye en su letra una referencia a la devoción de Joselito “El Gallo” hacia la Virgen de la Esperanza, dice así: ¡Parece que está dormió, Dios mío, en su capote de brega! Y por Gelves viene el río, teñío,
con
sangre de los Ortega.
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