TRADICIÓN VERSUS EVOLUCIÓN


ANTONIO CAPILLA
Corresponsal Taurino Agencia Efe y La Voz de Granada

 

Corría el 5 de septiembre del presente año, y en Guadix estaba anunciada una corrida de toros, que se celebraría en la tradicional plaza portátil, instalada al efecto como cada año. En el cartel, Antonio Ferrera, Curro Díaz y el granadino Miguel Hidalgo. El ver aquel festejo me llevó a esta reflexión: ¿Hemos cambiado la tradición gracias a una evolución, o tal vez por culpa de ella?

Cuando comencé a escribir de toros en la provincia de Granada, y ya hace tres décadas, recuerdo que mis mayores emociones, y por supuesto sorpresas, las viví en aquellas plazas prefabricadas, la mayoría de las veces con palos, carros y tractores, colocados al uso, o portátiles de escasa fiabilidad, de los pueblos del norte de la provincia, entiéndase La Peza, Cogollos de Guadix, Lanteira, Jérez del Marquesado, Dólar, La Calahorra, Alquife, y otros (lo de Baza, y la singular arquitectura de Gor y Huéscar, con sus plazas de obra, era casi un lujo). También la Vega de Granada, tenía sus festejos, pero en portátiles de aquellas: Atarfe (por aquella época, el Coliseo no existía ni en sueños), Loja, Dúrcal, Santa Fé, incluso Íllora, etc. La costa estaba cubierta con la colleja plaza que tenía Gerardo Romano en Motril (la actual es de un diseño modernista y muy cómoda, pero poco aprovechada). Lo de Granada capital era otra cosa: la familia Miranda dictaba sus normas, pero con educación exquisita.

No quisiera ser muy exhaustivo, y mucho menos perderme en detalles, a la hora de la reflexión que me llevó a este artículo. Como decía, en aquella época, los toros se vivían de otra forma, y el ambiente de la mayoría de las plazas de toros, de cualquier estilo, olía a pueblo y tradición. La emoción no la ponía sólo aquel sabor a antiguo, que también, la ponía el novillo o toro que salía de donde podía: corral, camión ó cualquier sitio.

Aquello tenía emoción y, en algunos sitios, los cornúpetas eran famosos por su dureza y tamaño. El llamado 'valle del terror' de la provincia de Granada tenía fama por algo, y les aseguro que no era un sobrenombre inapropiado. Pero es que, además, todo novillero que se preciara, tenía que pasar por aquel examen en el que no valía copiar. El público era exigente con 'su' fiesta, que era parte consustancial, y sigue siéndolo por mucho que le pese a algunos, de sus fiestas patronales o ferias. El toro era el protagonista, el torero, o novillero la mayoría de las veces, un actor casi secundario.

Aquellos festejos se anunciaban casi siempre 'sin picadores', sobre todo en la zona norte de la provincia, y por aquel 'trance' tenía que pasar todo el que quisiera el respeto de la zona. El que quería ver a las grandes figuras del momento, sólo tenía que desplazarse a Granada capital en el Corpus, o a cualquier otra provincia en sus semanas grandes (cada vez más pequeñas, por cierto).

Aunque fuera en esos sitios, y con semejantes animales, los noveles y los que no lo eran tanto, tenían su oportunidad y, de paso, los aspirantes granadinos se dejaban ver por cualquier plaza de la provincia. Damos un paso en el tiempo, llegó la crisis económica, y con ello todo cambia en este país llamado España. Los toros no se iban a quedar fuera de ella. Había que pensar algo y rápido, lo de sobrepasar las 100 corridas de toros al año y pedir honorarios sin miedo, había pasado a mejor vida.

Las plazas se llenaban de cemento, las Ferias se acortaban de forma casi alarmante, y las 'figuras' dejan de ser tan 'exigentes'. Ni que decir tiene que, para entonces, el toro ya estaba acomodado al torero y se había 'adaptado' para una larga faena de muleta y, la mayoría de las veces, una corta emoción del aficionado. La 'nobleza' era la virtud principal para el animal. La casta y bravura, importaban menos.

En este contexto, los toreros se dejan ver mucho más en los pueblos, y aquellos festejos con sabor añejo se van 'adaptando a los tiempos'. Donde se daban novilladas sin picadores, ahora se pican (La Peza es el ejemplo más evidente, no el más acertado). Donde veíamos toros desde unos palos, ahora se ponen portátiles y de paso un cartel de figuras (Cogollos de Guadix, 22 de agosto pasado: El Fandi-Daniel Luque y Julio Parejo). Guadix no va a se menos (5 de septiembre: Ferrera- Curro Díaz y Miguel Hidalgo). Su vecina y competidora en 'cascamorras' Baza, no quiere ir a la zaga (12 de Septiembre: El Juli y Talavante comparten cartel con el rejoneador Diego Ventura). Previamente, el 12 de agosto, en Motril tomó la alternativa el valenciano Juan Vicente de manos de Javier Conde y Antonio Ferrera.

Lo de 'El Güejareño' es otra guerra. Se lo monta como puede, y bien que hace. Nadie lo tapa ni lo veta (29/8 Loja, con Julio Benítez 'El Cordobés', 30/8 Dúrcal con Javier Conde y 13/9 Guadahortuna, repitiendo con 'El Cordobés' junto a rejoneadores que completaban los festivales).

No cabe duda que 'El Fandi' se ha ganado, por méritos propios, el derecho a volver a esos pueblos que tanto lo vieron actuar en sus primeros pasos como novillero, y cuando ya tenía fama con picadores, y que esos mismos lugares también tienen derecho a ver a los primeros del escalafón, pero no es menos cierto que ello va en detrimento de las tradiciones de esos pueblos. Los novillos que emocionaban al espectador, y acongojaban al actuante, han dado paso a las novilladas o corridas al uso, es decir, las que vemos en cualquier sitio. Y por cierto, no siempre los toreros van con la mejor de las disposiciones ni compromisos a esos festejos, si estuvieron en Baza saben a qué me refiero.

Pero es que además los que empiezan (la mayoría en Escuelas Taurinas) y los toreros granadinos (Yiyo, Nico, Agudo, Enríquez, el propio Hidalgo, Alcazabeño, Chamaquito…), porque los novilleros con picadores parecen haber desaparecido, tienen pocas o ninguna oportunidad de vestirse de luces. La 'pela' (o euro, perdón) manda. Aquí me acuerdo de Paco Abad cuando escribió “En Cogollos, cuando el novillo coge a alguno, le cantan: Si te ha “pillao” el Toro…¡jódete!... Este año Cogollos ha dado un paso ¿al frante?”. El tiempo dirá quien se jode (con perdón), amigo Paco.

Quiero cerrar con el recuerdo a dos toreros: Gerardo Pertíñez “El Nene”, de 87 años, homenajeado el 30 de agosto en Santa Fé con un festival (Perete, torero y sobrado, Ganivet cumplió y José Palma puso el embrujo y torería. Verde, José Velasco a caballo). Pero sobre todo mi afecto, cariño, respeto y recuerdo a Manuel Martínez Carra -Manolo Carra- al que el 19 de septiembre, la enfermedad no le sacó el pañuelo naranja, pero la vida le mostró el azul por su trayectoria como torero y su mejor hacer como persona. Ánimo a su familia y a su inseparable Carmen.