LA TORERÍA | |
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“Sobre la arena pálida y amarga, la vida
es sombra, y el toreo sueño”. Cuando leí este esplendido fragmento de un poema de Gerardo Diego, en el que se refería a la suerte y muerte en los toros, me sentí embargado por una emoción que no sabía ni entendía, pero me sirvió para evocar recuerdos familiares, palabras y situaciones que me acompañaron desde niño. Ya han transcurrido muchos años desde entonces debido a la edad que ahora tengo, cuando mi querido padre, que en paz descanse, me llevaba a ver toros, de lo cual empecé a entender y valorar mejor la fiesta taurina. Mi padre, hombre de una pieza, andaluz por granadino, criado en el seno de una familia trabajadora de la comarca de los Montes Orientales, Campotéjar por mas señas, típicamente morisca de casas blancas e impresionantes paisajes de montes y olivares. Siempre fue fiel en su vida, jamás dejó el interés por su afición a los toros. Él me inculcó la adición a este mundo tan maravilloso. Nunca le olvidaré. Me hablaba de “Curro Cúchares”, “Lagartijo”, “Frascuelo”, “Guerrita”, “Machaquito”, “Bombita”, Antonio Fuentes, “Cagancho”....., aunque no les viera torear por ser anteriores a su época, pero también me nombraba otros más posteriores, como: a “Joselito”, Juan Belmonte, “Gitanillo de Triana”, “Manolete”, Carlos Arruza, “Chicuelo”, Marcial Lalanda o Domingo Ortega, los que sí tuvo la suerte de verlos y disfrutar del arte de ellos. Cuando comencé a acompañarle a los festejos, tiempos de los “Dominguín”, “Bienvenida”, Pepe Luis Vázquez, Rafael Ortega, Julio Aparicio, “Litri”, “Pedrés”, Manolo González, Antonio Ordóñez, “Chamaco”, Jaime Ostos, “Antoñete”, etc., en mas de una ocasión le oí decir que: “el toro bravo es un animal imprevisible y cambiante, al que por muy avezado que fuese el torero en su oficio, resulta difícil predecir y conocerle las reacciones”. Siempre he tenido presente dichas palabras, al igual que otras que me respondió cuando le hice una pregunta sobre la torería que pueda infundir un torero en la plaza; “para que te gusten los toros hay que entenderlos y, luego, profundamente sentirlos si los aceptas con pasión”. Solo así pude comprender lo que significaba el toreo y lo grande que es nuestra singular Fiesta, que razón tenía y que sabias definiciones le escuché con aquellas inolvidables contestaciones llenas de contenido y experiencia. En mi mente siguen todavía las interesantes y acertadas respuestas, de las que saqué mi propia conclusión y juzgarlas así: “la torería es un sentimiento privilegiado, una cualidad difícil de definir, con la que nacen unos pocos y abundan los que mueren sin alcanzarla”. Mi afición a los toros la mantendré siempre con la misma idea y vehemencia, nunca dejaré de considerar que la torería va más allá de la propia profesión de torero, de cualquier técnica, del extremado valor, o simplemente pegarle pases a un toro. Parece fácil entender las palabras que a continuación expreso, que encajan de lleno en lo comentado y sobre todo en la misma Tauromaquia, como son: pensar, hacer, sentir, hablar, actuar, estar, rectificar, componer, creérselo, exponerlo, etc., ya lo dijo el maestro Antonio Ordóñez con la frase siguiente: “hacer en todo momento vida de torero y dejar constancia de ello con elegancia en las plazas”. O como otra que comentó José Miguel Arroyo “Joselito” en una conferencia que tuvo lugar en Granada hace pocos años: “estar con torería en el ruedo delante de la cara de un toro bravo, exige una perfecta conjunción armónica de estilo, sentimiento, porte y talento”. Yo creo que con ambas definiciones todo está dicho. Muchas veces me viene a la memoria y pienso, los toreros deben cuidar en todo momento su imagen personal para pronunciarse con firmeza y especial elegancia de lo que conciernen al excelso arte taurino sin perder autenticidad, es decir: mantenerse y hallarse puramente en sí mismo para poder plasmar belleza artística en los cosos. Lo contrario de nada sirve la falsa gentileza y la poca disposición, ya que el motor de la ilusión debe estar siempre proyectado en conseguir los retos que uno se proponga, sin perder nunca la compostura y mucho menos la fe. Verdad es, que la aptitud y formas de manifestarse en los ruedos, son las propias que el torero pueda percibir profundamente desde sus entrañas sin exteriorizar ficticios. Es tan arriesgado y delicado su trabajo que, torear no es solo lidiar, ni poderle al toro, ni mucho menos dar pases y más pases para cortar orejas y más orejas. La torería hay que entenderla como un sentimiento que transmite algo íntimo y exprese sensaciones intensas a quienes atisban la obra del artista hasta llegar al límite de una faena dotada de gracia, nobleza y calidad. Ahí radica su base principal, que la naturalidad transcienda profundamente en las personas y en el énfasis de entonación con los movimientos necesarios y precisos de capote o muleta a golpe de muñeca, demostrando una magnitud y disposición de acompasada gallardía. Las manos del lidiador deben acariciar siempre los engaños dándoles vida con sencillez, sin exteriorizar nada, sacando a la luz todo el contenido de sensibilidad espiritual, tratando de moldear la materia dura para complacer y agradecer la bravura de una fiera. Es como aquel torero que quiere transmitir un misterio y lo dice toreando, lo contrario sería querer hacer una obra de arte sin saber hacerla. Ya lo dijo Juan Belmonte: “cada uno torea como se es”. Se torea, se pinta, se canta y hasta se ama como uno es, como uno mismo siente, como uno mismo comunique, como uno mismo denote, como uno mismo emane de su propia naturaleza, pero todo ello hay que realizarlo sin extravagancias. Al igual que otra frase que repitiera en mas de ocasión Rafael Gómez “El Gallo”: “ese misterio tan grande que revelar, es el toreo expresivo”. ¡Que grandes filósofos fueron los dos maestros para el arte de Cúchares! Todos pensamos que sí. Yo me atrevo a escribir otra frase para terminar, no de la misma calidad que las de ellos, pero creo que también puede ser acertada: “la torería es un libro repleto de apremios mágicos, de claridades y de estímulos”. Por eso no hay que dejar nunca en el olvido, que el sufrimiento es parte directa de la gloria, preservando siempre la imagen de torero por ser una profesión muy artística que marca un carácter tremendamente serio. ¿Verdad que a veces resulta difícil hacerles comprender a personas tanto de la fiesta de los toros como de otras facetas de la vida por mucho que se les expliquen las cosas? No se si llevaré algo de razón en esto, ustedes juzguen…., cada cual debiéremos aplicar con humildad y acierto nuestra propia “torería” sin exigir nada a cambio. |
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