LOS TOROS Y LA CULTURA

 

Gonzalo Pulido Castillo

 

 

Desde antiguo, los diversos aspectos del mundo de la Tauromaquia han fascinado a muchos intelectuales y artistas y les han servido de fecunda fuente de inspiración. Las características del toro de lidia, las diversas suertes del toreo, los ambientes taurinos dentro y fuera de la plaza, el brillo cromático y sonoro de la corrida se han convertido a lo largo de los siglos en un tema lleno de matices al que han acudido poetas, pintores, músicos y otros artistas para expresar esa realidad familiar para nosotros que representa la fiesta nacional.

Gracias a esa prolongada convivencia de las distintas artes con el toreo, el toro ha pasado a ser un símbolo de España y del carácter de los españoles, bien conocido en el resto del mundo. Es frecuente ver la silueta negra de un toro bravo sobre el fondo de la bandera nacional, como un escudo que nos representa orgullosamente dentro y fuera de nuestras fronteras.

 

Por hacer un breve recorrido de la importancia del toro en nuestra cultura se podría empezar por aludir a los dibujos de Goya, de principios del XIX, que se crearon para ilustrar una obra de Nicolás Fernández de Moratín, la “Carta histórica sobre el origen y progreso de las corridas de toros en España” de 1777, y a las pinturas de Picasso, en donde la figura del toro traspasa el realismo y se convierte en símbolo de la fuerza de la naturaleza, de lo varonil y de lo heroico.

 

En el mundo de la música, el tema taurino tiene, entre otros muchos, unos nombres señeros muy populares: la zarzuela “Pan y toros” de Francisco Asenjo Barbieri y las óperas “El gato montés” de Manuel Penella y “Carmen” del compositor francés Georges Bizet. Será difícil encontrar una persona culta que no conozca y aprecie la canción del “toreador” o el pasodoble de la obra de Penella, cuyo estreno en Nueva York en 1922 llamó la atención del público mundial. Y eso sin hablar de los miles de pasodobles toreros que se han creado para amenizar las corridas y que pertenecen por derecho propio al patrimonio sentimental de varias generaciones de españoles e hispanoamericanos.

 

En poesía, es indiscutible la atracción del universo taurino en innumerables poetas que a lo largo de los tiempos lo han cantado en sus versos. Si nos ceñimos solamente a los años del siglo XX, destacan, entre otros, los poetas Luis López Anglada (“Oda a los toreros de Andalucía”), Francisco Garfias, Antonio Murciano (“Recuerdo de Juan Belmonte”), Rafael Alberti, Carlos Murciano, José García Nieto (“Elegía a Manolete”), José María Pemán, Federico Muelas (“Cogida y muerte de Pepete en la Plaza de Toros de Madrid”), Manuel Machado, Gerardo Diego (“El Cordobés dilucidado” y “La suerte o la muerte”), Rafael Duyos (“Letrillas para Antonio Bienvenida en la Plaza de Barcelona”) y Federico García Lorca (“Llanto por Ignacio Sánchez Mejía” y el breve pero perfecto relato poético que se hace de una corrida de toros en Ronda en la obra dramática “Mariana Pineda”).