Durante el paleolítico, la fauna
predominante en la península ibérica estaba compuesta de caballos,
toros, ciervos, jabalíes y otras especies. El hombre era cazador de
animales grandes y peligrosos entre los que estaba el Uro o toro
salvaje, era nómada y su vida consistía en perseguir a los animales que
significaban su sustento. El toro salvaje de la prehistoria era uno de
los animales que servían al hombre de soporte alimenticio; tenía que
cazarlo para completar su dieta de carne y valerse de su piel, que a su
vez utilizaba de abrigo. El hombre cazaba mediante la técnica del acoso
provocando estampidas de manadas enteras en dirección a alguna trampa
natural, gargantas estrechas o precipicios etc., donde les hacía frente
y capturaba o sacrificaba. En esta caza del toro salvaje debió estar el
principio del arte de torear. |
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El toro bravo es descendiente directo del toro salvaje que abundaba en
toda Europa y de aportaciones de ganado bovino procedentes de África en
el periodo cuaternario, coincidiendo con las glaciaciones. Es en España
donde se produce el hecho cultural insólito más importante que tenemos:
las corridas de toros y el arte de torear, que derivan de aquel
principio de hombre cazador.
El toro de lidia tiene su cuna en España y desde aquí se extendió a
Portugal, sur de Francia y varios países del continente americano. Este
animal se ha creado gracias a la concurrencia de diversas acciones tales
como la destreza de personas que lo esquivaban para evitar ser
embestidas, prácticas ecuestres de los nobles de la edad media, y a la
inteligencia de gente encargada de su manejo, cría y selección en las
dehesas. Es una de las mayores joyas de la zootecnia y la mayor
aportación española al mundo y a la cría animal. Vive y disfruta en las
dehesas, crece en libertad con mínima presencia humana en grandes fincas
de entre cuatrocientas y quinientas hectáreas de media y un espacio por
cabeza de entre una y seis hectáreas por animal. Hay aproximadamente
quinientas mil hectáreas de dehesas dedicadas al toro de lidia
concentradas fundamentalmente en Andalucía, Extremadura, Salamanca y
Madrid, que proporcionan unas manchas únicas de bosque adehesado que la
Unión Europea ha incluido dentro de la Red Natura 2000.
Es una raza autóctona de la que tenemos que sentirnos muy orgullosos
porque contribuye de manera clara y decidida al mantenimiento de la
dehesa como un ecosistema en pleno equilibrio.
Durante los siglos XV y XVI, es cuando se empiezan a realizar las
primeras actividades de selección del toro bravo criándose en amplios
terrenos, surgiendo así las vacadas que empiezan
a organizarse como ganaderías dedicadas a la cría y selección a
principios del siglo XVIII. Las primeras vacadas o troncos fundacionales
ubicados en distintas partes de la geografía peninsular, son la
procedencia a partir de la cual se ha obtenido el toro de lidia actual.
Su origen está estrechamente ligado a la cuenca de los grandes ríos
españoles, de tal manera que cada uno de esos troncos fundacionales
tiene la suya:
En la del Ebro se desarrolló la casta Navarra.
En la del Duero se desarrolló la casta Morucha-Castellana.
En la del Tajo y afluentes, se desarrolló la casta toros de la tierra.
En la del Guadiana, la casta Jijona.
En la del Guadalquivir, las castas Cabrera, Vistahermosa, Vázquez y
Gallardo.
El gran interés por el que se cría el toro bravo es por el de su
temperamento y comportamiento. En su cría nunca ha interesado potenciar
una mayor producción de carne, leche o mansedumbre para hacerlo más
manejable al trato humano, sino todo lo contrario, ya que el factor que
hace posible su existencia es la psicología especial, y el instinto
congénito que tiene de embestir a la incitación de algo, que le impulse
a ello por provocación de su sistema nervioso. El toro de lidia es un
animal pacífico que suele huir cuando se encuentra reunido en manada, es
un animal herbívoro que no necesita la violencia del carnívoro para su
subsistencia, estando mejor dotado para la defensa que para el ataque.
El instinto maternal de las vacas, especialmente recién paridas si las
hace más ariscas y violentas en los campos que los generalmente muy
pacíficos machos. Por ser herbívoro y no necesitar el ataque para vivir,
es el toro de lidia en el ambiente campero en el que se desenvuelve, un
animal dócil y sereno. El toro verdaderamente bravo no embiste a los
demás, sino que como se sabe realmente superior, se mantiene tranquilo.
El toro débil, el que más desafiante se muestra acometiendo contra
todos, suele ser manso.
Es fundamentalmente un animal gregario, que se refleja en la manada
donde se establece una rigurosa jerarquía. Dado que los toros no tienen
acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito
sexual y en cada torada siempre suele haber un toro maricón, más débil o
tímido que el resto, al que montan los demás.
Nuestro querido toro bravo es un animal misterioso, que habita un
sistema extensivo puro en permanente contacto con la naturaleza, y
ligado profundamente a las raíces de nuestra cultura hispánica. Es un
animal emblemático, cuya figura fecunda todas las artes, desde las
pinturas rupestres, hasta las tendencias más modernas de la cultura
española, representado en dibujos, grabados, pinturas, esculturas y por
supuesto en la literatura.
ANTONIO ORTIZ MARTÍNEZ
VETERINARIO |