EL TOREO COMO ESPECTÁCULO

          

“Un toro para cada torero”, o “cada torero tiene su toro”.

 

     PRIMERO: “Un toro para cada torero”.- Es volver a los tiempos del cordobés Rafael Guerra “Guerrita”, cuando todavía no existía el ritual sorteo de las reses para las corridas. Fue el insigne estoqueador vascuence don Luís Mazzantini y Eguía, el que lo impuso en San Sebastián el día 15 de agosto de 1898, que hasta entonces eran los ganaderos los que ordenaban la salida y lidia de sus toros para favorecer a los toreros preferidos o creían mejores del momento, como era este el caso del Segundo “Califa”, anteriormente mencionado “El Gran Guerrita”, destinándoles probablemente los animales mas boyantes (según su historia genealógica y mas limpia reata). Como quiera que el citado “Califa”, actuaba siempre en segundo lugar de la terna, el ganadero le reservaba el escogido “quinto toro”, que a su juicio pudiera ser el mejor en juego. Por lo que taurinamente se decía: “No hay quinto malo”.

     A veces este animal daba el resultado positivo, digo a veces, porque ni el mismo ganadero podía saber lo que el toro llevaba dentro, tan solo alguna pequeña certidumbre por conocer su origen, descendencia y comportamiento que hubiesen tenido en los ruedos sus anteriores hermanos de camada.

     SEGUNDO: “Cada torero tiene su toro”.- En ello hay muy dispares diferencias, por existir toreros que torean con y para el toro, ateniéndose a las condiciones que presente. Hay otros que lo hacen para si mismo, gustándose, recreándose. Y otros muchos, lo verifican solo para el público y masas menos entendidos, lo que también conlleva sus variantes.

     Veamos, cuando a un toro se le practica una faena a tenor de sus condiciones, esto le gusta al aficionado mas entendido, pues aunque no brille la estética, si el oficio, la maestría y también la inteligencia. Si se torea para sí, el torero ensimismado está creando un arte de tal sentimiento e inspiración que él mismo disfruta, subyugando al espectador.

     Ahora bien, los que están toreando para cara al graderío, el arte puede pasar a un toreo artificioso tan alegre como bullanguero. Los hay toreros pícaros que lo hacen a base de triquiñuelas donde reina un efectismo y primando una simpatía de esos valores puramente ortodoxos, tal es así, que en vez de torear para el respetable, están toreando a éste buscando el aplauso, con un inoportuno desplante o adorno, o un “va por ustedes”, o “vamos a verlo”, o un etcétera de añagazas que reclaman para buscar el beneplácito de los tendidos, comunicándose con ellos a base de gestos y jaleando frases, cada uno con la personalidad que les caracterice y como lidiador se acuse. Juan Belmonte decía:

“Cada uno, torea como se es”.

     Hay toreros que en las ferias movilizan a sus “fans” y, cuando actúan en los ruedos en competencia con otros, sus admiradores se convierten en duros rivales, no solo del torero opositor, sino de los partidarios de este. Sus apasionamientos les producen desazón e inquietud, o una euforia ante posibles resultados negativos, lo contrario de regocijo y alegría ante el éxito.

     A veces, el ardor y entusiasmo a favor de su torero, si a este no le acompaña la suerte, les hacen sentirse tan defraudados que les lanzan insultos y broncas. Estos seguidores siempre esperan el triunfo de su ídolo para satisfacer su ansiedad, porque ello, como tales, tendrán la mente puesta en el triunfo del matador, por lo que todo ha ido bien, satisfechos en su júbilo, dicen: ¡Eres el mejor!, ¡Hemos ganado!.

     Existen otros sujetos que son muy al contrario de lo que sucede en los ruedos, en vez de manifestarse con los términos clásicos de “pitos y palmas”, acuden a las plazas siempre predispuestos a insultar a los toreros y extraños. Unos derrotistas que, por su poca valía e indiferentes individuos, tratan hasta de apoyarse en pacíficos aficionados lanzando agravios y ofensas, acusándolo todo con antelación al desarrollo del espectáculo con tonos vociferantes y de una conducta tan brutal que les hace ser acreedores aborrecibles.

¡Vaya para ellos mi desprecio e indiferencia!

 

MANUEL GUTIÉRREZ TROYA

PRESIDENTE DE LAS TERTULIAS TAURINAS DE GRANADA