JOSELITO EL GALLO | |
Aquel mismo
año el
28 de septiembre le dio su hermano Rafael la alternativa en Sevilla
con toros de Moreno Santamaría y Antonio Pazos como testigo,
el toro de la cesión se llamaba “Caballero”. Tres días
después, el 1 de octubre, se la confirmó el mismo
Rafael en Madrid con toros de Veragua, en
cuya corrida tomó la alternativa también “Gázquez
II” de manos de Vicente Pastor. Todos los adjetivos que se puedan imaginar le caben a este torero. |
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Desde su principio se mostró como un torero extraordinario, dominador de todas las suertes tanto de capote como de muleta, valeroso donde los haya, con una elegancia que en aquel tiempo estaba muy por encima de lo que los demás podían soñar. Sintió el orgullo de su profesión hasta el punto que nunca permitió que otros toreros estuvieran por encima de él. Cuando en algún caso algún torero hiciera una faena que pudiera estar a su altura, su amor propio no le dejaba que eso pudiera pasar y en su segundo toro ponía las cosas en su sitio, y como igual ejercía su dominio con los bravos que con los mansos, contaba sus corridas por triunfos.
Sintió el orgullo de su profesión y rindió a tal un culto inigualable. Pudo con los toros cualesquiera que fueran sus condiciones, e igual ejercía su dominio con los bravos y poderosos que con los cobardes. Con los primeros para reducir su pujanza, y con los segundos para convertir su mansedumbre en aparente bravura.
Si nadie le ganó en amor propio nadie pudo permanecer indiferente ante las proporciones asombrosas de su personalidad artística. Por la extensión y por la hondura de su toreo Joselito representa en la vertiente de la tauromaquia el toreo-tipo de los Romero, Montes, Guerrita y otros tantos que le precedieron. Si en alguna faceta se le podía poner algún pero fue con la espada. Su forma de matar no fue de lo más ortodoxa, si a esto le añadimos que era breve, esta suerte pasaba casi inadvertida.
Brilló en los tres tercios de la lidia. Fue durante siete años el dueño y señor de la fiesta. Su rivalidad con Juan Belmonte hizo que dicha época se considerara como la época mas gloriosa que ha tenido el toreo. Durante esta época la pasión de los públicos excedió a límites imponderables.
Me viene
a la
memoria aquellas bulerías que decían: Cuando pisó Curro Puya la plaza del Baratillo se dice que hasta el albero gritó ¡ole! Gitanillo que hombría y que pundonor
de ese corte de torero ya no nace otro mejor. Aunque estas bulerías no se las escribieron a Joselito, bien se las hubiera merecido. Por todo lo manifestado, su cogida mortal en Talavera de la Reina el 16 de mayo de 1.920, ocasionada por el toro “Bailaor”, de la Viuda de Ortega, es una amarga ironía que no tiene racional explicación, esto no significa que antes no tuviera ningún percance. Tuvo tres cogidas graves, el 1 de septiembre de 1.912 en Bilbao; el 5 de julio de 1.914 en Barcelona; y el 19 de agosto del mismo año, de nuevo en Bilbao. Desde el último percance se pasaron varios años sin que se produjera otra cogida, por eso, cuando se produjo el fatal suceso, nadie podía creer que el dominador, el invencible, el que muchos consideraban invulnerable hubiera muerto herido por un toro. Si el que dominó a tantos y tantos toros difíciles con su muleta mágica, el que encandilaba las aficiones, el que parecía invulnerable, le había matado el toro “Bailaor”, nos demuestra que es una profesión con un riesgo muy superior a cualquier otra. La cogida se produjo por un accidente, el toro era burriciego y no veía bien de cerca y sí de lejos. Cuando estaba montando la muleta, el toro se le arranca al llegar a su altura, Joselito puso la muleta sin que este obedeciera al engaño porque el toro siguió lo que antes había visto, infiriéndole una cornada que le causó la muerte. El cadáver fue llevado a Madrid, y su conducción desde el piso que tenía alquilado en la calle Arrieta hasta la estación del mediodía para trasladarlo a Sevilla, fue un espectáculo tan grandioso que recordó a los mayores del lugar el registrado treinta años antes al hacer el mismo recorrido con los restos del célebre tenor Julián Gallarre. Recordamos que Joselito fue el primer torero que pasó de las 100 corridas en una temporada, y lo consiguió en 1.915, en 1.916 y en 1.917. Joselito “El Gallo” fue el poder, el dominio, el equilibrio y la gallardía. Por todo eso los toreros que se precian de ello, deben destapar el tarro de sus esencias toreras e impregnarse de ellas.
MIGUEL FERNÁNDEZ LAPAZ |